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martes, febrero 24, 2004

Mangos, embrujos y hombres fritos 

Hoy no hice nada. Literalmente. Estoy mucho más eslaquer que de costumbre. Me levanté a las 7 de la tarde, estuve un tiempo online, después vi los últimos minutos de otro gran programa de Dirty Sanchez y más tarde el re-run del último programa del milenio pasado de Saturday Night Live, con Danny De Vito de anfitrión y R.E.M. como invitados musicales. El programa fue excelente, pero lo mejor fue el sketch de Mango, el estriper que interpreta el genial Chris Kattan, yet another xmas sketch con cita a Qué bello es vivir. Pero el momento genial del sketch fue cuando apareció Michael Stipe haciendo de “Hada de navidad”. Ma-ra-vi-llo-so. Después vi American Idol y me di cuenta de que lo bueno de AI son las audiciones. Después de eso se hace aburrido. Es en el período de audiciones donde aparecen las situaciones y los personajes más surrealistas (recordar el chinito que bailaba She Bangs). Cuando todos los que compiten son gente con un mínimo de “pasabilidad” todo pierde la gracia y se hace poco interesante. Propongo hacer un programa que consista solamente en audiciones.
Ayer tampoco hice nada, pero por lo menos vi dos buenas películas. La primera fue El embrujo de Shanghai, la última de Fernando Trueba, que es de 2002 y todavía acá ni noticias. Debería estrenarse porque, como suele pasar con Trueba, está muy pero muy bien. Divertida y bastante amarga a la vez, es la película más cinéfila de Trueba, así que imaginen lo cinéfila que es. Es un gran homenaje al cine clásico americano, en especial al film noir y al cine de espionaje. Pero, al contrario de You’re the one de Garci, El embrujo no utiliza al cine clásico como statement reaccionario sino como recurso narrativo, ya que en momentos en los que se cuentan historias de “misiones secretas” y cosas por el estilo, el film vira al blanco y negro y adquiere la estética del film noir. Fuera de eso es un adorable y a veces duro coming-of-age de un niño barcelonés (interpretado a la perfección por Fernando Tielve, el nene protagonista de El espinazo del diablo) luego de la segunda guerra.
Después vi Capturing The Friedmans, de Andrew Jarecki, el documental nominado al Oscar. Está muy bien, pero esto no es gracias al director, o sólo en parte. Técnicamente es demasiado televisivo, con entrevistas a cámara, separadores con niños jugando y música horrible. Pero el director salió ganando gracias a quienes retrata, una familia judía de un suburbio en Nueva York en la que el padre y su hijo menor fueron acusados de violar a sus alumnos de computación, de entre 8 y 11 años, allá por la década del ochenta. Lo interesante del documental es que muestra la incertidumbre de si esos cargos eran verdaderos o no. La investigación del caso fue bastante sospechosa, y muchas de las supuestas víctimas hoy afirman que nunca se abusaron de ellos. Ambos acusados se declararon culpables, pero todo hace pensar que esto fue bajo presión. Queda en claro que Arnold, el padre, era paidófilo, y él mismo admitió haber abusado de niños, pero no de estos niños. No sé, es como la trama de una indie hecha realidad. Igualmente lo mejor que tiene el documental, y donde el director se ganó la loteria, es el material de archivo. Es que el hijo mayor de la familia, Dave, que ahora trabaja de animador de fiestas infantiles –inicialmente el documental iba a ser sobre animadores de fiestas infantiles, pero cuando el director se enteró de toda esta historia, el rumbo de la película cambió por completo-, filmó horas y horas de escenas familiares durante el período del juicio en su cámara casera, y es así como el film se convierte en una home movie sobre la desintegración de una familia. Así, más allá de la pobreza de ideas visuales del director, el documental se convierte en un objeto interesantísimo y si, bastante duro. Tanto que tuve que ver un capítulo viejo que no había visto de Gilmore Girls –la mejor de las series actuales, sin duda- para subir un poco mis ánimos. Creo que puede llegar a ganar el Oscar, si es que Errol Morris no lo gana por The Fog of War. Aunque, a decir verdad, Balseros también parece bastante oscarizable. No sé, el domingo veremos.
Errata del primer post: El guión de 21 gramos no está nominado al Oscar, pero sí lo están los de Las invasiones bárbaras y Negocios entrañables. Qué horror!!!
Hasta la próxima. Mañana por fin voy a salir de mi hogar, asi que supongo que voy a tener cosas más interesantes para contar. Later.

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