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viernes, mayo 21, 2004

Bad Moon, Good Moon 

Primero, la versión completa de mi crítica de la excecrable Luna de Avellaneda que escribí para cinequanon y debí cortar por cuestiones de espacio. Después, y a modo de exorcismo, una foto de mi hermosa sobrina Luna. Enjoy.

El mismo horror, la misma mierda (a.k.a. La argentinidad al palo)

LA PEOR PELICULA DEL AÑO (NAZIONAL, 2004). (Mal) dirigida por Juan José Campanella. Con Valeria Bertuccelli, Ricardo Darín, Eduardo Blanco y Mercedes Morán.
ESTRENO.
PUNTAJE: 0.

Voy a empezar diciendo que alguna vez el Campanella este fue una persona respetable. Los programas basados en hechos reales que hizo para HBO eran bastante buenos. Estaban narrados con sobriedad y oficio y le escapaban muchísimo a las convenciones del formato telefilmesco. Ni el tiro del final era una película fallida pero con varios puntos de interés en su intento de resucitar el film noir, aunque esta sí pecaba de algunos televisismos. Sin duda su mejor película fue El mismo amor, la misma lluvia. Tampoco llegaba a ser un gran film debido a su innecesaria seriedad y trazo grueso cuando a “lo sociopolítico” se refería. Pero si hubiese sido nada más que una comedia romántica podría haber sido algo grande. El tipo sabía narrar muy bien y filmaba aceptablemente, cosas que desde El hijo de la novia y culminando ahora en su último film, parece haber perdido por completo. Lo que lamentablemente ganó fue un populacherismo que ya creíamos perdido y un tinte reaccionario que data de los peores ’70. Tanto El hijo de la novia como LPPDA remiten nostalgiosamente al cine que Sandrini y otros fachos por el estilo hicieron en esa época. De hecho, El hijo de la novia se parece mucho a Vivir con alegría, film de 1979 dirigido por Ramón Ortega y protagonizado por él y Sandrini. Y no, Campanella, no te emociones por eso (ver
acá).
Pero aquí estamos ante algo todavía peor que la horrenda El hijo de la novia. Es decir, en LPPDA está todo lo que se podía encontrar en la otra película pero exaltado aun más hasta extremos más indignantes todavía. Como en aquella, acá tenemos un guión matemático en el que una escena “de risa” es seguida por una “de llorar” y así por 142 minutos (contra los 123 de la anterior, lo que matemáticamente resulta en una película 19 minutos peor). Ambos films comparten una sensiblería desatada, destinada a arrancar lágrimas a cualquier precio. Pero LPPDA se va directamente a la mierda con este recurso barato y deshonesto en la escena que
Naza mencionó en su nota de la nena de la villa mirando fijamente a Fanego –cuyo personaje es el colmo del subrayado vil- , que resulta tan o más indignante que Michael Moore dejando la fotito de la nena muerta en la casa de Charlton Heston en Bowling For Columbine, y con la que Campanella nos refriega en la cara su accionar. Pero lo que más exalta Campanella en esta película es todo eso de retratar al “argentino medio”, “el barrio”, y toda esa diatriba reaccionaria y nazionalista que aquí apoya más que nunca, especialmente en la escena que se sucede durante los créditos finales, donde queda en claro más que nunca que Campanella festeja el hecho de que “somos unos vivos bárbaros”, algo de lo que en realidad deberíamos avergonzarnos. Además de ser todas esas cosas y mucho más, LPPDA es una película hipócrita, ya que en todo momento nos habla de lo malas que son las grandes empresas y toda la perorata antiimerialista pero después mete un chivo tremendamente ostentoso de Mc Donald’s. No estoy haciendo aquí un acto de repudio hacia los chivos en el cine –muchas películas que me gustan mucho están plagadas de “product placement”-, ni mucho menos hablar yo mismo de peroratas antiimperialistas, lo que digo es que la presencia de dicho chivo va en contra de todo lo que se venía contando y revela a la película como algo más falso todavía.
Dicho todo esto, tal vez lo que más moleste de la película sea el hecho de que recibe el apoyo de la peor crítica nacional –que utiliza este tipo de cine argentino para descalificar al bueno-, y que el público se ríe y festeja con el repugnante Eduardo Blanco y con las cosas horribles que se dicen y hacen en la película, se enorgullecen como los personajes de ser argentinos-medio-pelotudos y aprueban como los personajes aquello de que “todo tiempo pasado fue mejor” cuando no tienen en cuenta (o sí, pero aprueban igual) las implicancias que tiene esa idea. La argentinidad al palo, como dice LA PEOR BANDA DEL ROCK NAZIONAL.
Juan P. Martínez.

Y acá tienen la fotito:
The Most Beautiful Girl In The World

Saludos.






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